sábado, mayo 29, 2010

La ética del trabajo Vs, La ética de la Limosna

Así son ellos. Si, los por estos días "mockertos,” son la continuación del oscurantismo colonial español. Nunca hubo tal continuidad en una ideología. Es la ética de la limosna, basada en un ser humano superior que socorre al pobre, con lo cual aseguran: 1. La permanente miseria del pueblo y 2. Su” santidad”. Siempre opuestos a la ética del trabajo, porqué esta supone una relación de seres humanos dignos y esforzados, como ha sido la historia del pueblo colombiano, arrojado a labrar su destino abriendo selvas. Mientras los señoritos siempre en el poder(exepto los últimos 8 años)repartiendo limosna y posando de muy éticos. Pero siempre infames, o si no, que tal estas las calumnias repetidas ad náuseam: 1. Que 7.3 millones de votos y popularidad del 75% después de 8 años de trabajo incansable se deben a favores personales hechos con el erario público. 2. Que la derrota de las guerrillas (siempre justificadas y promovidas) fue a punta de falsos positivos. O 3. Que la oposición siempre histérica no pudo expresarse cuando se removió en su propio estiércol todo lo que quiso.

martes, marzo 02, 2010

El asesinato del otro Titán.

Como lo hiciera casi dos siglos atrás su "pater et magister", el abominable hombre de las leyes, al no poder soportar la grandeza de su gigante coetáneo, decidió matarlo… ya bien físicamente en la conspiración septembrina, o ya bien tras el abusivo mani-culi-teteo de de la ley revestida de ridícula pompa jurídico jabonosa.

Esta nueva versión de conspiración, ahora lupernal, recrea en todo el espíritu de aquel. Ábranse los altares de la patria para recibir este engendro de envidia y cobardía ahora revestido de constitucionalidad (que finalmente, es lo que ha ellos les de la gana que sea).

¡El espíritu de don pachito sea con vosotros! Eternos hijueputas.

miércoles, febrero 17, 2010

Anatomía de un pecado I

La historia actual de Colombia podría empezarse a contar desde el día nodal, aquel en que confluyeron los chorros del devenir, el 9 de abril de 1948, o también, el día del gran Sancocho Nacional, pues en ese día de campo, cayeron a la misma olla, los variopintos ingredientes de la cocina criolla. Por un lado los suculentos sectarismos de liberales y de conservadores, cocción atávica de la lucha entre lo clerical y lo anticlerical del 19 y de más atrás; y por el otro la violencia centralmente planificada de la revolución comunista tan propia del siglo 20, pero finalmente también, cocción atávica que los pastores de rebaños de todas las épocas llevan a la mesa, cuando su pretendida modernidad les da para matar a quien se les atraviese.

Sustancioso sancocho que dio para 10 años de de guerra civil de baja intensidad, donde los dos bandos tradicionales (liberales y conservadores) se dieron tanto y tan parejo, que el tercero en discordia ni se noto, pero sí que alcanzo a colarse camuflado en la ideología de ambos, manifestándose, y de qué modo, en las guerrillas liberales, y en las calenturas de algunas sotanas.

Hemorragia de sangre partidista que se fue drenando de apoco, con la dictadura del Teniente General Gustavo Rojas Pinilla del 53 al 58, y se secó definitivamente con el Frente Nacional del 58 al 74. Pero que sirvió de fuente para la siguiente hemorragia que se extiende hasta hoy.

En efecto, las guerrillas liberales encontraron su verdadera forma en las guerrillas comunistas, y las calenturas de sotanas sirvieron para dar forma al pensamiento dominante de los señoritos y la intelectualidad criolla. Quienes formulan desde la presa y la universidad la ilegitimidad de todo gobierno que no traiga debajo del brazo el reino de Dios, el de infinita mermelada. Con lo cual se colocaban ellos ipso facto en los altares de la santidad por la bondad de su suplica, cosa que les daba una jerarquía superior y les daba para vivir del cuento y por otro lado justificaban el trabajo (asesinato) de las guerrillas.

Dando cuerpo así a la moneda que ha regido los destinos nacionales desde entonces: Por el lado cara de la moneda, está el discurso de los señoritos santafereños y la intelectualidad progre, la del pro pobre y anti rico, de mullidos sofás en sindicatos, de opíparos restaurantes, de jugosos contratos estatales, viviendo del cuento, que no es otra cosa que la retoma del ancestro santafereño, hidalgo, encomendero y apoltronado.

En tanto por el lado sello de la moneda, la de la acción, la del ejército de choque, la de los embrutecidos asesinos aupados por la intelectualidad criolla. Que en el lógico desarrollo de las ideas, le trae a cola batiente y entre sus fauces las defenestradas cabezas de los enriquecidos a punta de trabajo, que la mirada hipócrita del amo o no aguanta, o se reserva para su deleite privado.