martes, septiembre 18, 2007

Todos

Es duro decirlo (podría pasar como una odiosa generalización) pero son todos. No conozco el primer colombiano de izquierda que por activa o por pasiva no apoye la lucha guerrillera. No es un artilugio conceptual, no es forzando la lógica como se llega a este claro hecho: No condenar los crímenes, no exigir que cesen, no pedir un castigo, pedir que se premien con el poder, es apoyarlos. Tan claro, tan simple como eso. Es complicidad si bien no antijurídica, si lo es política. Es permitir que los fines perseguidos por los guerrilleros al cometer sus crímenes, logren un peso político en la dirección de la sociedad. ¡Sin pasar por las urnas! Lo que para ajustar los hace antidemocraticos.

¿Hasta cuando tendremos que esperar para una verdadera emulación democrática en Colombia por parte de la que se hace llamar “izquierda democrática”?

La historia política de los últimos 50 años en Colombia ha sido asistir al festín de las “razones” que han permitido que por cualquier hendija siga la orgía de sangre, (en buena hora atacada por este gobierno) que en el fondo no es más que una forma de misticismo en la cual la victima es redimida por su propia sangre.

Este misticismo se ha manifestado en todas las formas y colores, de los que me acuerde:

Los patéticos, este mundo no es perfecto, no es lo suficientemente mamerto, la lucha social se justifica, deberán caer algunos, crimen político.

Los sinuosos, El establecimiento es parapolitico, sigamos matando.

Los olímpicos, Es la historia del mundo ricos contra pobres, matemos

Los chéveres, La social vacaneria, con uno que otro secuestrito o muertito en el fondo.

Los medias tintas, solo apoyan a las guerrillas quienes tienen nexos con ellas, es decir lo que tengan contrato firmado ante notario, el resto no son ni amigos ni enemigos de la guerrilla.

Los oligofrénicos, El origen justo la guerrilla degeneró en una banda de mafiosos, sus fines no son políticos. Pero hay que buscar una solución negociada del conflicto.

En fin 50 años danzando para la muerte.

Pero lo bello, lo digno, es comprobar que todos y cada uno de ellos son la verdadera encarnación del ser justo, cada uno de ellos es equiparable a sor teresa, son los verdaderos héroes de justicia social, ¡que tierno!.