jueves, mayo 28, 2009

Encrucijada (emboscada, asechanza)

Con todo respeto y humildad, continúo ofreciendo desde estas páginas, donde tan a gusto me siento, otra mirada del momento político que vive nuestro país. (Sin esperar respuesta a cambio… ya me he acostumbrado. Aprovecho que he caído en este deplorable tono melodramático, para hacerles una confesión – cursi, como todas las de este tipo-: Escribo esto porque estoy harto de que mis gatos no me paren bolas cuando pontifico sobre el tema. Me desquito con ustedes, mil perdones.)

No descarto que sea algún otro ataque de irrealidad (y, no me estoy haciendo el loco), lo que me ha llevado a suponer que Colombia esta viviendo una encrucijada histórica. Entendida encrucijada como: “Lugar en donde se cruzan dos o más calles o caminos” como dice el diccionario, y para bajarle el tono retórico a la expresión.

Sí. Dos o más caminos que se cruzan: El uno el que venía gestándose desde 40, 50 o más años atrás, con la canallesca y cada vez más apoltronada “izquierda democrática” como directora de orquesta; que por un lado ofrecen su carita de ángeles redentores de la miseria y por el otro los justicieros asesinando y secuestrando a la lata; donde aquellos entraran a cobrar cuando estos dejen de matar (¿la paz?). El otro camino, el que se le cruzó al anterior (justito cuando coronaban) el de la Colombia trabajadora, la que en el 19 abrió monte y se hizo su destino a pulso, sin lambele el culo a nadie, la que tiene en el trabajo su única arma contra la pobreza y no cree en pajaritos preñados, si no el las conquistas democráticas (Si usted accidental lector comparte esta visión pida ya cita al psiquiatra)

Encrucijada esta que no es ajena a su historia, y que ya ha resuelto en varias ocasiones anteriores y que por tal no vacilo en calificar de institucional (doctor por favor, mándeme más pastillitas) Si. Cuando en Colombia la violencia asesina (Del ár. ḥaššāšīn, adictos al cáñamo indio) arrecia el pueblo acude a los consensos, que enerva hasta la locura a quienes en ellos no caben (¿cierto, doctor?)

miércoles, mayo 20, 2009

Algunas consideraciones sobre la segunda reeleccion, o más de lo mismo:

La dimensión política de Colombia, por ser una de las más antiguas democracias del mundo y paradójicamente la mas bombardeada, le da para entender que lo que esta en juego con la segunda reelección del presidente Uribe, son unas elecciones y no un país. Es decir, el talante democrático del pueblo Colombiano no da para suponer que por elegir a Uribe por tercera vez se le está entregando un país, para que haga lo que le da la gana y como le de la gana. Esto no es Venezuela. Esto no es Bolivia. Esto no es Nicaragua. Por favor.

Podemos estar todo lo cerca que sea, pero nos hemos hecho distintos. Nos hemos hecho demócratas a pesar de las carencias. Sobre todo a falta de un adecuado sistema de justicia, lo cual ha sido combustible de devastadoras violencias, y es precisamente contra la última de estas, la de las Farc y sus socios estrato 25, contra lo que otra vez, el gran consenso político colombiano se vuelve a levantar.

Concurrente con lo anterior es el hecho, que sea desde el sistema judicial, desde donde se ataca la democracia, desde donde se pretende desconocer los otros poderes con los más ridículos “procesos”. Por eso es que allí con moldes de oro y como piedra de toque se consagra en distintas sentencias la plena justificación de la violencia como fuente para lograr el poder.

De hay que las dos aprobaciones cuatrienales a Uribe no han sido un cheque en blanco: Acabe con esos hps como sea. No. Han sido la aprobación democrática de un sistema de seguridad. Ahora el pueblo en su sabiduría (propuesta de referendo y si es posible en referendo) está pidiendo la oportunidad de derrotar a la violencia por la vía política, y dejar sentadas las bases de un desarrollo desde el trabajo.

lunes, mayo 11, 2009

Ni lo uno, ni lo otro

Atendiendo a la peregrina tesis que tanto circula por ahí, según la cual (y de forma ramplona) se afirma que elegir al presidente por tercera vez es el hartazgo en el desequilibrio de poderes dada la acumulación de poder en el ejecutivo en un sistema que ya de por si presidencialista, hay que decir lo siguente.

Sí aqui hay presidencialismo, debemos reconocer que es el más
desteñido de todos. Con la Constitución del 91 las funciones del presidente quedaron súper recortadas y más que un presidente aquí tenemos es un mayordomo. Veamos:
El banco de la república (con minúsculas) como bien lo indica su nombre es una república aparte que maneja a su antojo la política cambiaria, crediticia, y financiera del país, sin ninguna representación y sin ninguna responsabilidad, donde el gobierno central no pasa de amanuense.
La fiscalía que en casi todas partes depende del ejecutivo aquí depende de la rama judicial.
En los verdaderos presidencialismo el ejecutivo tiene incidencia directa en el legislativo (el vicepresidente de la USA es es presidente del congreso).

Si nos atenemos a la realidad el verdadero centro de poder de este país después de la malhadada constitución del 91 recae en alguien que nadie eligió, que no es representativo de la voluntad del soberano, que no responde por nada y ante nadie, por sus matonescas decisiones. Si. Claro, hablo de la rama judicial y en especial de la CSJ. Con el agravante de que si a la constitución se le fue la mano al poner a gravitar allí las grandes las decisiones del poder, a sus espurios integrantes, podridos seres humanos, no les ha temblado la codicia para asaltar a las otras ramas del poder y dar verdaderos golpes de estado, y tratar de crear la menos democrática de las naciones.

A todo ese abuso de poder ha tenido que hacer frente el gobierno de AUV, convirtiéndose en el único contrapeso del desquiciado poder de los jueces. Con lo que queda claro que no hay tal desbordamiento de poderes con una tercera elección del presidente, no es ni de lejos una tiranía por la tal acumulación del poderes del presidente. Todo lo contrario es apenas una timida respuesta a la dictadura de los jueces corruptos.

De otro lado, afirmo que una tercera elección de un presidente no lo convierte automáticamente en un caudillo, ni en un salvador, ni en un mesías. Lo convierte en lo que es: Un político exitoso. Que si, que lidera el anhelo de un pueblo por salir de la oscura noche de la violencia justiciera, sin que por ello se nos haya chupado, ni nosotros endosado nuestras estructuras mentales que entienden la patria como tierra de democracia y esfuerzo. Cosa que en su momento ocurrió en el pasado reciente, con su propio proceso, en el Reino Unido con Margaret Thatcher.

En síntesis lo que he querido exponer en los dos últimos artículos, es que la tercera elección de Uribe no significaría ni un desmonte de la institucionalidad Colombiana, ni crearía a favor suyo una acumulación de poder que desquise los contrapesos de la democracia. Sino todo lo contario que esta de acuerdo con la institucionalidad historia del país (articulo anterior), y que serviría de contrapeso a el poder descarriado de la mal llamada justicia.

Que en últimas han sido los argumentos en contra de la reelecion, que se ha traído por aquí y por allá. ¡Ahh! y de ñapa sostengo que no se le está endosando la voluntad de un pueblo, sino que se esta abriendo camino y se esta forjando para convertirse de una vez en una verdadera democracia.

domingo, mayo 10, 2009

Pais paradójico

Colombia es un país paradójico. Si bien la democracia formal (donde el derecho al voto se va haciendo cada vez más universal) empieza casi que de primero en América, pues se establece en la tercera década del siglo 19; esta nunca se ha podido aclimatar en toda la extensión de su geografía y en todo los tiempos (salvo ahora con Uribe y eso que FALTA). Siempre ha habido quien o quienes se la han pretendido lamber desatando verdaderas carnicerías.

De allí que el país ha tenido la necesidad histórica de cataplasmas que detengan las hemorragias de sangre desatadas por los dementes. Para mentar solo las del siglo 20: El Quinquenio de Reyes y el republicanismo de Restrepo, contra la guerra de los mil días; el frente Nacional, contra la violencia partidista.

Así que el uribismo no es nada contra la natura del ser Colombiano. Por el contrario es la institución más colombiana que hay, es el antídoto que nos hemos inventado contra las violencias desatadas, y esta vez contra la más furiosa, la más canalla la de las farc y sus solapados (creen ellos) promotores de estrato 25.

A favor de la institución de uribismo hay que decir que ha sido la salida más democrática, construida voto a voto, desde los inframundos donde nos sumieron los violentos y sus áulicos. A lo cual hay que añadirle las más profundas realizaciones en lo económico y en lo social y su necesidad de afirmarse. Para lo cual un periodo de 12 años es lo justo para dejar sentadas la bases de una institucionalidad política que den cuenta del verdadero ser demócrata de los colombianos.

Una, dos y tres.