miércoles, febrero 17, 2010

Anatomía de un pecado I

La historia actual de Colombia podría empezarse a contar desde el día nodal, aquel en que confluyeron los chorros del devenir, el 9 de abril de 1948, o también, el día del gran Sancocho Nacional, pues en ese día de campo, cayeron a la misma olla, los variopintos ingredientes de la cocina criolla. Por un lado los suculentos sectarismos de liberales y de conservadores, cocción atávica de la lucha entre lo clerical y lo anticlerical del 19 y de más atrás; y por el otro la violencia centralmente planificada de la revolución comunista tan propia del siglo 20, pero finalmente también, cocción atávica que los pastores de rebaños de todas las épocas llevan a la mesa, cuando su pretendida modernidad les da para matar a quien se les atraviese.

Sustancioso sancocho que dio para 10 años de de guerra civil de baja intensidad, donde los dos bandos tradicionales (liberales y conservadores) se dieron tanto y tan parejo, que el tercero en discordia ni se noto, pero sí que alcanzo a colarse camuflado en la ideología de ambos, manifestándose, y de qué modo, en las guerrillas liberales, y en las calenturas de algunas sotanas.

Hemorragia de sangre partidista que se fue drenando de apoco, con la dictadura del Teniente General Gustavo Rojas Pinilla del 53 al 58, y se secó definitivamente con el Frente Nacional del 58 al 74. Pero que sirvió de fuente para la siguiente hemorragia que se extiende hasta hoy.

En efecto, las guerrillas liberales encontraron su verdadera forma en las guerrillas comunistas, y las calenturas de sotanas sirvieron para dar forma al pensamiento dominante de los señoritos y la intelectualidad criolla. Quienes formulan desde la presa y la universidad la ilegitimidad de todo gobierno que no traiga debajo del brazo el reino de Dios, el de infinita mermelada. Con lo cual se colocaban ellos ipso facto en los altares de la santidad por la bondad de su suplica, cosa que les daba una jerarquía superior y les daba para vivir del cuento y por otro lado justificaban el trabajo (asesinato) de las guerrillas.

Dando cuerpo así a la moneda que ha regido los destinos nacionales desde entonces: Por el lado cara de la moneda, está el discurso de los señoritos santafereños y la intelectualidad progre, la del pro pobre y anti rico, de mullidos sofás en sindicatos, de opíparos restaurantes, de jugosos contratos estatales, viviendo del cuento, que no es otra cosa que la retoma del ancestro santafereño, hidalgo, encomendero y apoltronado.

En tanto por el lado sello de la moneda, la de la acción, la del ejército de choque, la de los embrutecidos asesinos aupados por la intelectualidad criolla. Que en el lógico desarrollo de las ideas, le trae a cola batiente y entre sus fauces las defenestradas cabezas de los enriquecidos a punta de trabajo, que la mirada hipócrita del amo o no aguanta, o se reserva para su deleite privado.